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Lost in translation

  • Foto del escritor: Sofía Maiolo
    Sofía Maiolo
  • 22 sept
  • 2 Min. de lectura

Hace unas semanas compartí un post sobre un cartel de Merlina con el curioso uso de la palabra “ortiva”. No esperaba que esa publicación desencadenara una conversación tan rica sobre el significado profundo de las palabras y cómo estas reflejan mucho más que su definición literal.


Lost In Transalation by Ella Frances Sanders
Lost In Transalation by Ella Frances Sanders

Entre los comentarios, surgieron ideas que me llevaron directo a uno de mis libros favoritos: Lost in Translation, de Ella Frances Sanders, un pequeño tesoro que mi hermana Pilar me recomendó. Este libro muestra cómo ciertas palabras son mucho más que vocabulario: son una ventana a la forma en que una cultura entiende y habita el mundo.

Cuando nos encontramos con una palabra “intraducible”, no es simplemente que no exista una traducción exacta. Es, en realidad, la oportunidad de asomarnos a una cosmovisión distinta. Estas palabras capturan cómo una cultura se relaciona con el tiempo, con la naturaleza y con las emociones más profundas de la vida.

Por ejemplo:

  • Komorebi (japonés): la luz del sol que se filtra a través de las hojas de los árboles. No es solo una imagen, es un instante de conexión con la naturaleza.

  • Saudade (portugués): la melancolía por alguien o algo ausente, pero con la esperanza de un reencuentro.

  • Waldeinsamkeit (alemán): la sensación de soledad que se experimenta al estar a solas en un bosque.

Estas palabras son pequeñas pistas sobre lo que cada cultura considera importante. Son espejos que reflejan valores, emociones y formas de pensar. Y eso tiene una relevancia enorme cuando hablamos de trabajar con equipos multiculturales.

Porque incluso dentro de un mismo país o una misma empresa, los significados cambian. Una palabra que para algunos es positiva, para otros puede ser neutra o incluso negativa. Cuando trasladamos esto a un contexto global, la complejidad se multiplica.

Aquí es donde entra el liderazgo multicultural.Una líder que desarrolla sensibilidad cultural no solo evita malentendidos; también desbloquea un verdadero superpoder: la capacidad de innovar, conectar y crear experiencias auténticas que resuenen en distintos mercados. Comprender estos matices permite construir equipos más cohesionados y marcas con propósito y alcance global.

En un mundo globalizado, la multiculturalidad deja de ser un “detalle simpático” y se convierte en un pilar estratégico. Invertir en sensibilización cultural no es un gasto: es apostar por el crecimiento, la innovación y el impacto positivo de los equipos y las organizaciones.

¡Hasta la próxima!


PD: Si te interesa la sensibilización cultural y cómo potenciar equipos multiculturales, te invito a seguirme en Substack. Suscríbete aquí y recibí al instante cada nuevo post de esta serie. 🚀🌍


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